ELABORACIÓN
Las fabes deben de ponerse a remojo en agua fría desde la noche anterior y el lacón en agua templada.
En una pota u olla de tamaño adecuado se disponen las carnes del cerdo y, encima de ellas, las fabes; se cubren con agua fría y se acercan la fuego, espumándolas cuando rompa a hervir.
Se aparta, entonces, del fuego (o se baja) y se dejan cocer lentamente con la pota un poco destapada procurando siempre que las fabes estén cubiertas de agua; de vez en cuando, se espanten les fabes, es decir, se frena la cocción salpicando con agua fría, para que se hagan más despacio; el hervor debe ser regular y homogéneo; conviene sacudir ligeramente la pota de vez en cuando, para que no se peguen las fabes al fondo.
Antes de servir se comprueba de sal y se rectifica.
La fabada clásica es siempre con carnes y embutidos de cerdo.
Sin embargo, las fabes se guisan magníficamente con otros ingredientes, dando lugar a multitud de platos en los que las fabes absorben los sabores de los distintos compangos, por llamarlos de alguna manera